La crisis mundial por el Covid-19 ha puesto al descubierto las debilidades del sistema educativo. Asuntos de prioridad para todos los docentes, que mientras las clases presenciales son posibles van paliando a base de empatía y vocación.
Durante el estado de alarma, docentes y orientadores hemos pasado horas reflexionando sobre las brechas que se van evidenciando cada vez más...
LA BRECHA DIGITAL se refiere a todo el alumnado que durante el confinamiento no es beneficiario ni de dispositivos electrónicos de ni conexión a internet para poder continuar con el trabajo curricular de aula ni con la comunicación con compañeros ni plataformas educativas.
LA BRECHA EMOCIONAL es obviamente más importante: alumnado que emocionalmente se encuentra en situación de desventaja por distanciamiento emocional de los padres o tutores, muertes repentinas debidas al virus, vínculos afectivos poco sanos que se agravan debido a las condiciones del confinamiento, etc.
LA BRECHA SOCIAL, o la que ya en las clases presenciales sufría el alumnado con relaciones interpersonales escasas o poco adaptativas, que ahora ven aun más pronunciadas.
LA BRECHA ALIMENTICIA de todo el alumnado que disponía de ayudas de comedor en sus centros educativos...
Y LA BRECHA CULTURAL que sufren todas aquellas familias que por falta de estudios mínimos, desconocimiento de la lengua vehicular o por trabajo, no pueden ayudar a sus hijos en las tareas encomendadas por los docentes durante la cuarentena...
Es fundamental la labor que están realizando todos los docentes para intentar mitigar todas estas brechas. Pero el primer paso es reflexionar en qué medida "nos toca" y en qué medida podemos ayudar.
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